como limpiar una escalera

Cómo limpiar una escalera de manera correcta

Saber cómo limpiar una escalera puede parecer una tarea sencilla, pero hacerlo de forma adecuada y profesional requiere técnica, orden y atención al detalle. Da igual si hablamos de la escalera de tu casa, de una comunidad de vecinos, una oficina o cualquier otro espacio, las escaleras son zonas de alto tránsito y, por tanto, acumulan gran cantidad de suciedad, polvo, marcas y bacterias, especialmente en los pasamanos y esquinas. Hoy, como profesionales del sector, te damos algunas claves.

Una limpieza va más allá de lo estético

Cuando hablamos de la limpieza de escaleras, no nos referimos únicamente a mejorar su higiene o aspecto visual. Además de la estética, una correcta limpieza previene resbalones, elimina agentes patógenos y alarga la vida útil de los materiales. Es decir, una escalera limpia también es una escalera más segura y saludable para quienes la transitan a diario.

Sucede a menudo que, por ahorrar tiempo o por desconocimiento, se limpian los peldaños sin seguir un orden o se utilizan productos inapropiados para el tipo de superficie, lo que termina generando manchas, desgaste prematuro o acumulación de suciedad en lugares difíciles de alcanzar. De ahí la importancia de contar con una rutina clara y adaptada a cada caso.

El orden sí altera el resultado

Uno de los puntos fundamentales a la hora de limpiar escaleras es seguir una secuencia adecuada. En muchos edificios, sobre todo comunidades, se comete el error de comenzar por los primeros escalones, lo que obliga a repetir el trabajo cuando el agua o el polvo de los tramos superiores cae sobre los inferiores.

Lo más adecuado es comenzar por el último rellano, es decir, por la planta más alta, y descender progresivamente. Esto evita recontaminaciones y optimiza el tiempo. Primero se debe eliminar la suciedad superficial, como el polvo, los restos de hojas u otros residuos. Puede hacerse con escoba de cerdas suaves, una mopa o una aspiradora, dependiendo del suelo. Luego, se procede al fregado con productos específicos, adaptando la cantidad de agua y el tipo de detergente al material.

Un paso que nunca debe ignorarse es la limpieza del pasamanos. Aunque muchas personas lo dejan para el final, lo cierto es que este elemento acumula una gran cantidad de bacterias, ya que está en contacto constante con las manos. Lo recomendable es limpiarlo justo después de haber finalizado los escalones, utilizando un paño humedecido con desinfectante, prestando atención especial a las uniones, soportes y zonas curvas, donde más se acumula la suciedad. 

Lo mismo si en lugar de barra de pasamanos hay pared completa, tendremos que limpiarla de manera frecuente. En el caso de usar paños humedecidos, es recomendable seguir el orden de pasamanos – pared – escalones. 

Tampoco se deben descuidar las esquinas y bordes, donde suele acumularse polvo invisible a simple vista. Estas zonas, al estar menos expuestas, suelen olvidarse en la limpieza diaria, pero son esenciales para que el trabajo se considere realmente completo.

Adaptarse al material es clave para saber cómo limpiar una escalera

El tipo de material de la escalera condiciona completamente los productos que se deben utilizar. No es lo mismo limpiar una escalera de mármol que una de madera o gres. Cada superficie necesita cuidados específicos y, si no se respetan, pueden aparecer daños irreversibles.

En el caso del mármol o el granito, muy habituales en portales de comunidades, se deben utilizar productos neutros y evitar cualquier químico abrasivo. El mármol, aunque resistente, puede perder su brillo natural si se aplica lejía o vinagre, dos sustancias bastante agresivas. Una mezcla de agua templada y jabón neutro suele ser suficiente, seguida de un buen secado con mopa para evitar marcas de humedad.

Para las escaleras de gres o cerámica, más habituales en zonas exteriores o edificios de alto tránsito, la limpieza es más sencilla. Se pueden emplear productos multiusos sin temor a dañar la superficie, aunque siempre se recomienda escurrir bien la fregona para evitar charcos o restos que puedan provocar resbalones.

Las escaleras de madera, presentes sobre todo en viviendas particulares o despachos con un diseño más tradicional, exigen mucho más cuidado. No deben mojarse en exceso, ya que la humedad puede deformarlas. Lo ideal es aspirarlas cuidadosamente y pasar una mopa ligeramente humedecida con un producto específico para madera. El secado inmediato es fundamental para proteger el barniz y conservar el tono original.

Por otro lado, las escaleras de hormigón o metal, aunque menos comunes en interiores, requieren otro tipo de tratamiento. Aquí, un jabón suave y una esponja no abrasiva suelen bastar. En caso de que aparezcan signos de óxido, es conveniente actuar con productos antióxido para evitar el deterioro.

El papel crucial de los pasamanos

Pocos elementos a la hora de saber cómo limpiar una escalera son tan ignorados y, a la vez, tan importantes como los pasamanos. Su limpieza debe formar parte de la rutina habitual, ya que es una de las superficies más tocadas a lo largo del día. En entornos como oficinas o centros educativos, donde muchas personas los usan constantemente, pueden convertirse en un auténtico foco de gérmenes.

Para limpiarlos correctamente, se recomienda el uso de paños de microfibra con desinfectante, alcohol diluido o productos virucidas homologados. La clave está en hacerlo de manera frecuente y en no dejar zonas sin repasar. 

¿Con qué frecuencia se deben limpiar las escaleras?

No existe una única respuesta válida, ya que la frecuencia debe adaptarse a la intensidad de uso y al tipo de entorno. En comunidades de vecinos con alto tránsito, lo más habitual es realizar una limpieza de tres a cinco veces por semana. En oficinas o negocios donde hay movimiento constante de empleados y clientes, una limpieza a días alternos o todos los días suele ser recomendable.

En viviendas particulares, basta con una limpieza semanal, siempre que no haya situaciones especiales como reformas, mascotas o niños pequeños. Eso sí, es fundamental mantener una regularidad para evitar que la suciedad se acumule y sea más difícil de eliminar.

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